La perfección está en la mentalidad del equipo

Uno de los fundamentos de Lean, está basado en la perfección, entiéndase que la perfección en sí es inalcanzable, todo es mejorable y nada podría ser absolutamente perfecto. No obstante, el compromiso permanente por entregar los resultados que el cliente espera (calidad y mejora continua), es parte de este pensamiento que debe estar muy internalizado en la mente y alma del equipo.

Por su puesto, intentar alcanzar la perfección implica que la mejora del proceso es interminable. Debemos cuestionar constantemente el valor de todas las actividades y, aunque obviamente, no alcanzaríamos la perfección, debemos esforzarnos constantemente para acercarnos más a él. Para tal fin, existen diversas maneras de enfocarnos en ese camino. Uno de ellos, es la aplicación del ciclo de Deming (PDCA), el que debería ayudarnos constantemente a identificar (planificar) dónde se puede crear más y más valor, es decir, identificar los aspectos del flujo o proceso que pueden ser mejorados, para luego ejecutar lo planificado, posteriormente, revisar si todo salió conforme a lo planeado para que al final pueda determinarse qué corresponde ajustar para alcanzar el objetivo de mejora planteado. La repetición de este ciclo infinitas veces según sea necesario va a permitir, como lo hemos dicho, el alineamiento con el enfoque de la perfección, sin perder de vista la lógica en la eliminación de los desperdicios, que es, por su puesto, parte principal de las actividades que permiten maximizar el valor.

Todo esto no sería posible, por más claro que sea el camino, sin la disposición del equipo para conseguir estas mejoras, es decir, es importante que cada miembro del equipo, y de la organización, sea consciente de la importancia de la mejora permanente, comenzando por su propio entorno, por algo Lean es una forma de pensar. Y si a esto le sumamos el conocimiento individual adquirido, el impacto de la mejora sería mayor, dado que este conocimiento puede aportar información para reducir desperdicios, para mejorar y maximizar el valor de los procesos, además que al mismo tiempo puede inducir a una mejora general en la organización y sin duda también en las personas.